En general, cloud native describe el uso de la nube para resolver retos corporativos. Sin embargo, no se trata sólo de poner sistemas, aplicaciones y cargas de trabajo en la nube: el objetivo es estimular un cambio de mentalidad y de procesos. En lugar de ver la nube como una especie de centro de datos, hay que verla como un diferenciador empresarial.
¿Qué es en la práctica una aplicación nativa de la nube?
Para entender la estrategia nativa de la nube, merece la pena empezar por aplicar un cambio de mentalidad al proceso de desarrollo. En lugar de limitarse a alojar una aplicación en la nube, el objetivo es utilizarla para transformar el negocio.
Se trata, pues, de adoptar tecnologías y metodologías que ayuden a acelerar la implantación, aumentar el rendimiento, maximizar la satisfacción del cliente y, no menos importante, mejorar la rentabilidad. En resumen, adoptar la nube nativa significa dejar atrás la antigua forma de hacer las cosas.
Las aplicaciones nativas de la nube son, por tanto, enfoques para crear y actualizar recursos con el fin de mejorar la calidad y reducir los riesgos en las operaciones cotidianas. Es una forma de crear y ejecutar servicios con capacidad de respuesta, escalables y a prueba de fallos en cualquier entorno ─ nube privada, pública o híbrida.
¿Cuáles son las principales ventajas de la arquitectura nativa en la nube?
Aunque la nube es en muchos sentidos un mecanismo intangible, los beneficios de desarrollar aplicaciones nativas de la nube son bastante tangibles. Entre ellas figuran:
- lanzamientos acelerados, que representan una interesante ventaja competitiva al agilizar los despliegues diarios (en lugar de mensuales, como es habitual);
- elasticidad, que permite un escalado inteligente y equilibra los recursos de infraestructura en función de la demanda;
- eficiencia de los procesos, lo que facilita la actualización de procesos anteriormente manuales e ineficaces, en beneficio de empleados y clientes;
- la velocidad de innovación, ya que las limitaciones de los servidores se reducen al mínimo, la ampliación a nuevas tecnologías también es mucho más fácil.
Esto facilita la comprensión de la importancia de incluir el esfuerzo nativo de la nube en la hoja de ruta del viaje a la nube. No sólo en términos de control presupuestario, sino sobre todo de mantenimiento de la competitividad a corto, medio y largo plazo. A pesar de lo abstracto del concepto, la nube es más real que nunca.
Por otro lado, la estrategia nativa de la nube implica una serie de retos. Además del cambio cultural ─ necesario para apoyar la nueva forma de gestionar la intersección entre tecnología y empresa ─ hay que lidiar con los recursos heredados y, por supuesto, cubrir las carencias de competencias. La mejor manera de tener éxito en este empeño es apoyarse en conocimientos complementarios.
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